jueves, 18 de septiembre de 2014

Pequeña crónica de los días

Un día con la reina

Ella se despierta, se acomoda el pelo y se lo recoge. Se lava la cara, desayuna; abre las ventanas de la casa, del corazón le brota el fuego y la razón.Recuerda los versos que le escribí ayer, los guarda, los recita.
Mira el patio de la casa, que es centro y margen del universo, del que soy poeta y amado.


La reina toma el espejo, se maquilla, se pinta los labios; esos accesorios acentúan su hermosura, aunque en ella son eso: accesorios. Porque mi amada es sustancia de una belleza infinita y omnipresente. Rompe con las leyes de la lógica. Ella sale maquillada, divina y terrenal, para tomar el mundo en su mano.

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