sábado, 27 de septiembre de 2014

Pequeña crónica de los días

Último capítulo de esta serie

El simulacro de una reina


En el límite de ésta melancolía no hay remedio ya, no existe la noche y el día. Todo es bruma, la carcajada cruel del destino. Una melodía extraña mezcla Santiago y Buenos Aires, en tonos de grises, blancos y negros que desaparecen del marco de la foto.¡Sí! desaparecen las mesas del bar, los árboles del parque devorados por llamas del tamaño de un suspiro, fluyen los miedos( los infiernos que nos acechan). Los guardianes del templo huyen tras los pájaros, buscan explicaciones en horóscopos los sabios: se maravillan ante el cielo azul-naranja, frente a esas nubes, que por ignotas maneras dibujan la esencia y el vislumbre de tu cara que ha sido utopía y felicidad.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Pequeña crónica de los días

Esbozo de monólogo y epílogo

Qué podría decirte ahora, qué palabra sería la exacta, el modo adecuado para mirarte a la cara: no bastan las canciones, las veredas para llegar a tu casa; una clave por develar, un barco para navegar los mares de tu alma, que en la mirada se asome el río guardando piedras y arena: Riqueza de la Pachamama, éste momento donde te nombro y olvido una espina de vinal, en el pie desnudo se clava el calor de la siesta, la fiesta de tu presencia, el réquiem. Una cicatriz, ésta sonrisa en mí, la fuerza del viento arrastrándote al infierno del olvido.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Pequeña crónica de los días


Causas y consecuencias de lo prohibido


Envuelta y desenredada la magia de tu palabra: el microclima en éste paraíso rectangular, apenas en un costado. Miras el teléfono, relees los mensajes y me dices: "Es otra vez él. Este infeliz no me deja respirar.Disculpame José". Le respondo que no hay problema, que la entiendo. Pero en el fondo, estoy cansado de ser un juguete, el amante, el que la escucha, el suplente. No se lo digo, la veo peinarse, prenderse la camisa color salmón, calzarse la pollera negra y los zapatos. La veo otra vez en su faz de reina y mujer comprometida. Enciendo un cigarrillo y Andrea, seria, me lanza un:"Amor, deja de fumar".
¡Cuanta tristeza y soledad calmamos una vez por semana, en dos horas!. El mundo es nuestro, vos no sos vos, ¿y yo soy yo?. Seres que se funden y difunden entre cuatro paredes los gestos apasionados del amor.
Enciendo la radio, respiro profundo y dejo salir mis lágrimas. Me paso la mano por la cara; ¡estoy temblando la puta madre!. ¿Hasta cuándo voy a seguir así, tomando de a sorbos tu vino? ¿Hasta cuándo voy a seguir un siendo un atajo en tu camino? ¿En qué momento voy a dejar de poner mi oído en la puerta para escucharte subir por la escalera?. Que agridulce tu espera, qué cosas podría decirte ahora que no encajan en un poema.




*La imagen que ilustra éste texto ha sido tomada de internet.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Pequeña crónica de los días

Un día con la reina

Ella se despierta, se acomoda el pelo y se lo recoge. Se lava la cara, desayuna; abre las ventanas de la casa, del corazón le brota el fuego y la razón.Recuerda los versos que le escribí ayer, los guarda, los recita.
Mira el patio de la casa, que es centro y margen del universo, del que soy poeta y amado.


La reina toma el espejo, se maquilla, se pinta los labios; esos accesorios acentúan su hermosura, aunque en ella son eso: accesorios. Porque mi amada es sustancia de una belleza infinita y omnipresente. Rompe con las leyes de la lógica. Ella sale maquillada, divina y terrenal, para tomar el mundo en su mano.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Para Blanca

He aquí,
que te dirijo la palabra,
que pongo mis pies en ésta parcela,
con la mirada al cielo y sus alrededores.
Sé que vienes en la forma que quieres:
lluvia,
brisa,
día soleado,
noche profunda.
Dime
¿qué pasará cuando no esté aquí?
cuando una sombra,
un chispazo de recuerdos estalle
¿qué pasará?
si esto es un sueño,
y mañana nos despertamos al canto del gallo,
del insoportable ring del despertador
¿qué pasará,
cuando nos veamos de frente?.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Pequeña crónica de los días

Cumbia

Al ritmo de ésta canción la recuerda, con una sonrisa en la cara, una camisa entallada, el jean negro y esas chatitas que tan bien le quedan. Una mezcla de alegría e impaciencia  invaden a José, él sabe que quizás esta noche Andrea aparezca al abrirse la puerta del club. Esos fantasmas lo dejarán cuando la salude, y ella le diga que todo está bien; que es bueno verse ahora, que después de todo el destino está empeñado en unirlos, aunque sea una vez por semana.
La música suena más fuerte, ellos están bien cerca. Tomados de las manos, él se anima y la toma de la cintura. Andrea sonrie, lo premia con un beso. Al oído, el le dice: "Te amo negrita.¡Te amo!". Ella se aferra a su amado, como a la salvación misma. Se encienden las luces, la pista queda al descubierto. Se miran nada más. Salen de allí con paso sereno. Otro beso corona la noche, y ellos, caminando por la vereda se pierden en la madrugada de aquel sábado.

martes, 2 de septiembre de 2014

Pequeña crónica de los días

Las reglas del juego y sus excepciones


Andrea...

...éste bar no es lo mismo sin vos. Nada, o muy pocas cosas tienen sentido.¿Sabes?. Extraño tu mirada, tus palabras, ese aire de despreocupada y seria.
No tengo ganas de fumar, ni de leer el diario(como quien dejar pasar el tiempo). No sé de que forma decirte decirte todo lo que siento, tal vez calmándome, tal vez yéndome al parque a caminar para ordenar mis ideas. Tal vez distrayéndome viendo televisión, escuchando radio. Quizá pueda hacer eso, o no hacer nada y rendirme a tu ausencia, a la sombra de tu recuerdo, a esperar que inventes una excusa para escaparte de él y podamos estar juntos de nuevo.

Besos

José.

P/D: Te espero en el bar de la Belgrano.

lunes, 1 de septiembre de 2014

De los sótanos y las ventanas

Estas cuando te sueño con tu vestido negro. Caminas por doquier, con real interés o por placer tus ojos perciben la luz, la huella en el barro, el grafitti sobre el asfalto, el vuelo de una lechuza, la música a lo lejos mientras mueves la cabeza y sonríes.
Admites la lógica y la sinrazón del fuego sobre el hielo, el viaje de las almas, la existencia de Súpay que reina en lo espeso del monte; ante él no haces reverencia alguna, apenas un saludo de quienes entienden su lugar en el mundo.
¡Ah! Quien pudiera asirte en el huracán, pronunciar tu nombre y escribir algo más que poesía.