Un rostro angelical, la piel blanca, transparente, pálida. Las mejillas levemente maquilladas, de un rosado; los labios están pintados. Las manos parecían suaves con sus dedos largos y finos. Él se quedó mirándola, había perdido la noción del tiempo.Poco importaba Joyce, Alfonsina y los poemas de un colega suyo que llenaban las horas en su cama de enfermo.
Desconocía el nombre de aquella belleza rubia, la veía por un espejo. Imaginó que podría llamarla Verónica, como para que enjugara sus lágrimas, calmara su angustia, le quitara miedos y secretos.¿Era ella acaso la cura para su enfermedad? ¿La voz que sacara a flote lo que todavía no había dicho? ¿Era ella?...
...Pensó en algo para darse una respuesta, pero todo fue inutil, porque siempre aparecía la imagen amarronada y mustia de la mesa portatil del hospital.
¿Encerrrado? ¿Preso?. ¡No! nada de eso. Los encerrados son ellos: los funcionarios, sus mujeres, sus amantes, los profesores, hasta el último de los ordenanzas es parte de una estructura.
Dime Teseo.¿Tuviste miedo?.Lo advertí en tu respiración. Has pasado a la inmortalidad por haberme matado, eres un héroe y te llevaste la mejor parte, querido. Lo que desconoces es que terminaste en piedra, en bronce. Mientras que yo todavía estoy vivo, herido pero vivo. Me curé las cicatrices con alcohol y fuego.Tengo aspecto humano, soy alto, de piel morena y cabello ondulado. Estoy de novio con Sofia hace dos años; ella tampoco es quien figura en su documento, ella es hija de mi matrimonio con Ariadna.
Se está robando mis suspiros,
se queda con el tiempo,
con mi casa, con las pocas cosas que tengo.
Miro en sus ojos mi presente,
el pasado oscuro,
el futuro...
...es ella,
la que aquí está reposando su cabeza en mi pecho,
escuchando los latidos del corazón,
ella, que con sus manos ha corrido el telón de los miedos,
las paredes de la incertidumbre cayeron,
ella es conmigo.