domingo, 21 de septiembre de 2014

Pequeña crónica de los días


Causas y consecuencias de lo prohibido


Envuelta y desenredada la magia de tu palabra: el microclima en éste paraíso rectangular, apenas en un costado. Miras el teléfono, relees los mensajes y me dices: "Es otra vez él. Este infeliz no me deja respirar.Disculpame José". Le respondo que no hay problema, que la entiendo. Pero en el fondo, estoy cansado de ser un juguete, el amante, el que la escucha, el suplente. No se lo digo, la veo peinarse, prenderse la camisa color salmón, calzarse la pollera negra y los zapatos. La veo otra vez en su faz de reina y mujer comprometida. Enciendo un cigarrillo y Andrea, seria, me lanza un:"Amor, deja de fumar".
¡Cuanta tristeza y soledad calmamos una vez por semana, en dos horas!. El mundo es nuestro, vos no sos vos, ¿y yo soy yo?. Seres que se funden y difunden entre cuatro paredes los gestos apasionados del amor.
Enciendo la radio, respiro profundo y dejo salir mis lágrimas. Me paso la mano por la cara; ¡estoy temblando la puta madre!. ¿Hasta cuándo voy a seguir así, tomando de a sorbos tu vino? ¿Hasta cuándo voy a seguir un siendo un atajo en tu camino? ¿En qué momento voy a dejar de poner mi oído en la puerta para escucharte subir por la escalera?. Que agridulce tu espera, qué cosas podría decirte ahora que no encajan en un poema.




*La imagen que ilustra éste texto ha sido tomada de internet.

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