martes, 8 de abril de 2014

Al día 2...

Había despertado, y me parecía escuchar tus pasos, tu risa, una sombra tuya se perdía tras el zaguán del alma; yo dejé de creer en la poesía, en todo lo que ella me generaba cuando bailaba sobre aquel espacio en blanco, creí que todo era un simulacro. Sigo con la espalda apoyada en la pared, fumando un enésimo cigarrillo que ya ni sabor tiene, miro el techo, las fotos, los recortes de los diarios, las ventanas que abrías y ahora de vos retienen las huellas de tus dedos.

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