martes, 16 de diciembre de 2014

Poemas de Andrés Camacho

Bajo éste cielo


Este verano promete lluvias
pero de esas que no mojan
de esas que traen ausencias
entreveradas entre las nubes.

Miro el cielo con gesto de sed
como esperando beber de él
la noche, el diluvio y el sueño
tendido sobre la hierba fresca.

Hoy tampoco lloverá, ya lo sé
sólo me aguarda el desespero
el deshacerme bajo éste cielo
insidioso por vernos desiertos.

El tiempo de las flores ya fue;
me queda afilar estas espinas
erguidas sobre la piel doliente
entre el recuerdo y las heridas.


Saber caer


Saber caer no era más

que arrojarse sin miedo al vacío.
Probar en nuestra santa inocencia
que no teníámos alas

que no éramos ángeles
y que debimos saber los riesgos

de maltratarnos en el vuelo.

Yo no sé qué tan certeras son
las máximas del docto o del poeta;
sólo sé que las caídas no son la muerte
y que la muerte no es tan dramática ni oscura.

Sólo sé que besar el polvo no es tan malo
que revolcarse en la tierra es algo sagrado
que morder a rabia la lluvia no es en vano
y que cultivar una rosa en el poema es verdadero.

Saber caer
desarmarse, desmembrarse y difuminarse
quizá tenga de suyo los silencios
prendidos en el revés de los sentidos y las palabras.


CUAJADO A FLOR DE PIEL 

Solo tengo este cariño cuajado a flor de piel 

como herida que luce fieramente un guerrero 
tras las sombras avivadas de un adiós abatido. 
La hora del desarme suena hondo, ¡es la paz!   
Volverse de cara al olvido... y continuar solos 
dando trancos a ciegas, a la vera de la noche.  
Yo le abría tajos a la ausencia... furiosamente; 
ahora, tengo que zurcir abismos desangrados 
cada vez que un silencio me repite tu nombre. 



DESPUNTA LA MAÑANA 

Amanece, tan simplemente como eso 

como ya ha ocurrido tantas otras veces 
y como se ha llorado por esto o por aquello 
o como otras tantas veces, nos hemos secado. 
Como nos hemos estrujado millones de veces


hasta darnos vuelta y que nos llueva por dentro  

o hasta que ya no nos queda nada 
ni el amanecer, ni las lágrimas, ni los recuerdos.  
Tan así amanece... como si nada, por nada; 
solo y simplemente inevitable. Pero amanece.  
Sea ya en un ojo gris o en otro verde azulado 
solo nos amanece y ya, y despunta la mañana.







DÓNDE FUE 

¿Dónde fue que me hice un verso latente; 

en qué poema; en qué recóndita soledad?  
Solo a nuestro pesar, nos fuimos callando  
como quien apaga una estrella en la noche.  
Éramos reflejos de una misma lágrima azul 
ahogándonos... en los océanos de la tristeza. 
Tú me esculpías, en simetría con tus dolores; 
yo te escribía fiel, a la altura de mis abismos.  
¿Dónde fue qué; y en qué tiempos remotos, 
tu beso mordió... la levedad de mis muertes?  
¿Dónde fue que dejamos las flores benditas  
que, tu nombre y el mío, cultivaban de día?  
Eso yo no lo sé... ni lo sabrás tú tampoco. 
Solos, cada quién en extremos distantes, 
sabremos finalmente, decires susurrantes 
entre las copas de los sauces, y al viento. 





LO RARO ES  
Lo raro es  

llevarte prendida de mis silencios 
y a un callarte que no va con olvido. 
Lo raro es tener que lidiar contigo 
cuando estrujo algún sentido 
o rebano alguna idea. 
Cuando me doy a improvisar 
instantes sobre el instante  
en esto de aprender a llevarte y hacerte  
sombra entre las sombras 
de algunas de mis palabras.



Biografía


Nacido el 5 de mayo de 1979, en la provincia de San Juan, República Argentina; estudié mas que nada por gusto, pero nunca llegué a obtener ningún título de grado, de ninguna universidad. Tal vez en un futuro; este año retomo mis estudios de Filosofía, en la Universidad Nacional de Tucumán; provincia en la que vivo desde 2010.

En 2005, la editorial independiente La Salamandra, publica mi primer librito de poesía, en la provincia de San Juan, en ocasión del "Encuentro de escritores del Oeste" ; el título del mismo: "Las flores de la decepción".

Asimismo, por aquellos años (2000-2010), colaboré activamente en publicaciones literarias locales, con poesías y textos de tono filosóficos.






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