viernes, 2 de agosto de 2013

Vientres de memoria













canas eternas de la vieja sabia

nieve en los andes que cierran horizonte

ella pasará/ la montaña aún no



ella dice/ alerta/ duele/ ese olor duro

de las bocas de su sangre

“mantengamos la piedra

el agua

la tierra virgen / fuera de ponzoñas

dejemos a las hermanas tribus

su posesión originaria

y de continuo el dulce contacto aquel

del pezón  en labios de sus crías”



nada/ en palabras de tajos/ de rajas

todo/ en el aroma hierbas

en el abrazo vegetal

y el amor de carne

ningún hilo parido

tiene que cortarse

aún en cólera/ en zonda/ en moscas/

en granizo/

                                    ni a gritos ni distancias


Biografia de Mabel Casas

Vení pequeña Pompadour, sacudite por un rato el papel picado, sentate, ¿puedo contarte algo?

Dicen, ¿sabés? Que el rosa es de nenas, de sueños, de horas ingenuas; así como la tela que está en medio de tu disfraz. Curiosamente te pasa por los botoncitos de tu pecho, el centro de tu cintura, acuna tu vientre y casi como sagrado o salvaje te tapa agujeritos, te roza de seda los pies. Que sí que parece un milagro este cuento; porque veo tus blancos zapatitos tirados, que me gusta que me escuches descalza.

Te hablaba del rosa y de tu vestido, porque…

Érase un abanico que te tenía por dueñecita rosa…Cuando pasó tu edad a ese color se sumó el verde como tus ojos, amaste los horizontes abiertos; entonces ya no te ponías en la piel disfraces sino que buscabas espejos.

Espejos de veras, de agua de ojos, de papel escrito de sueños de trigo, de lazos de sangre, de pares, de pueblos con pies liberados. Caminabas y aprendías, descubriste la arena, el asco, el deseo, el sudor de ganarse comida; el apuro por ser lo que decían se debía ser y la sublimidad de ser madre.

Sí, caminabas pero también te caías; con el tiempo que pasa y se queda, se va y no vuelve y que al fin no cuenta porque nuestro tiempo en realidad es cada día, una gota, una gota como un día, a día, a día…

Dicen también que toda fruta: madura, que toda raíz: subsiste; que la vuelta a la tierra siempre es posible; entre topadas, arrastre y corajes, en esas gotas cada día…Encontraste, aquel minuto de huída y regreso.

Sumaste pulpa a la carne viva.

Y al verde se agregó otro color, este que es ahora tu piel a punto…y seguido. Sumadas tus tintas escribientes, a seguir sin puntos suspensivos.

Colorín colorado…la niña rosa, es ahora una mujer roja. Vos. Hoy. 

Ya vez, pequeña Pompadour de mi foto, acabo de contarte tu futuro pasado mío.


La autora administra los siguientes blogs:





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