Cuando la conocí, Bárbara tenía una vida normal: Despertarse temprano, bañarse, desayunar, preparar las clases, ir a trabajar y volver a su casa. Solía decirme:
-"La vida es asi, no siempre puedes vivir de joda"-
-"Sí"- Le contestaba yo.
Despues de observarla atentamente, me convencí de que ella era una profesional, que completaba su perfil haciendo gimnasia, tomando bebidas light, y los miércoles hacía terapia, porque afirmaba le daba fuerza para seguir andando.
Un viernes, cuando ella salía del colegio, la invité a tomar un café. Charlamos, y allí me confesó:
-"No puedo dormir por la noche, no sé qué me pasa"-
-"¿Si? ¿Qué será?"-
- "Las rubias sufrimos más de la cuenta, hace tres mil años que busco una solución, y en éste tiempo un escritor me dió una: Dormir, y esperar que un príncipe, azul en lo posible, me bese y pueda yo despertar; pero es imposible Horacio, soy la (única) bella durmiente que sufre de insomnio"-